viernes, mayo 14, 2010
Dando tumbos sobre esa cama desvencijada que olía a Chanel Nº 5 rancio el enchufe que unía sus sentidos a la conciencia perdió los cables. Se observó volar retorciéndose inmersa en un cielo azul marinero, y su cabeza, bajo toneladas de agua helada. Ni siquiera necesitaba reconocer el rostro de su catalizador de reacción remunerado.
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