viernes, diciembre 25, 2009
Lo empujé hacia la silla con mi pie envuelto en sangre de desenfrenado contenido etílico. Coloqué la pistola entre sus labios, como si mamase el metal, y le sonreí.
Estaba acojonado, sabía que sus días de poderío habían terminado. Y aún así, joder, ese cabronazo estaba teniendo una erección justo al lado de mi uña rojo pasión, vintage.
miércoles, diciembre 23, 2009
Ha dejado mis sábanas atrofiadas, no soy capaz de cerrar los ojos, tengo un cabreo de cojones y el viento se está fumando mi último cigarrillo.
martes, diciembre 22, 2009
Vamos, confía en mí, tan solo soy una buena chica acompañada de malas circunstancias.
domingo, diciembre 20, 2009
Eran insaciables, y autodestructivos, hasta límites que rozaban la psicopatía sentimental.
No es de extrañar que cuando se vieron por primera vez el dolor y el exceso se convirtiese en algo recíproco.
- No volveremos a vernos nunca más, es demasiado peligroso.
Cerró la puerta con brío, y su dedo meñique quedó atrapado sin remedio por el acero blindado. Gritó, sangró, él saboreó sus lágrimas y la arrastró dentro.
No eran capaces de despegarse, y continuaron sufriendo, follando y asesinándose a cada gemido.
Por siempre jamás. Como en un cuento descatalogado.
viernes, diciembre 18, 2009
Sus fuerzas amenazan con desinflarse de un momento a otro, las piernas siguen su marcha caótica debido a ese impulso vehemente, el corazón ha perdido el ritmo y el esternón se ha desencajado, abrierto como un acordeón dado de sí. Pero todavía cuelga de ella su olor.
Así que debe seguir corriendo.
miércoles, diciembre 16, 2009
Lana estaba modelando a toda prisa su look "despeinado con clase" de por las mañanas. Tenía en su contra el movimiento insufrible de los números fosforescentes de su reloj digital, además, se encontraba en un estado nervioso que acabó por partir en dos el endeble peine empapado.
Estaba segura de que esta vez la situación en la unidad familiar había traspasado las fronteras del desastre. Tras el último apoteósico enfrentamiento mamá versus papá los vecinos amenazaron con recurrir a la policía, no se habían escuchado gritos tan penetrantes como esos desde que una plaga de roedores infectos habían tomado el edificio.
Aunque ya, acostumbrada al panorama, se había hecho a la idea de lo que supondría el divorcio y el atosigador régimen de visitas. Viéndolo desde un prisma optimista y esperanzador, teniendo la existencia dividida podría crear un entresijo de mentiras sobre sus concesiones y hacer todo lo que hasta el momento se le había prohibido. El odio contribuía con gusto a facilitar las estrategias maquiavélicas.
Tras cebarse con la sombra de ojos colección "Gangrena" bajó al salón principal, para despedirse sin hacer ruido y poder largarse con la menor brevedad posible.
- Buenos días preciosa.
-Lana, cariño, creo que has crecido unos centímetros, estás estupenda.
- Llego tarde al instituto.
- Ah claro, ¿seguro que no quieres parar a desayunar con tus papis? He preparado huevos, salchichas, comprado cereales, fruta fresca de la sección ecológica...
- No creo que mi estómago esté preparado para eso. Otra vez será.
Cerró con suavidad, la mochila deshilachada cayó de los hombros hasta el felpudo. La incredulidad le hizo asomarse por la ventana a comprobar que la escena anterior no había sido fruto de una dulce pesadilla. Sus dos padres, frente a frente, se sonreían como si hubiesen asistido a un curso que regalaba un lavado de cerebro intensivo. Se preguntó entonces por qué razón era ella la que debía ir cada jueves a la consulta del psiquiatra para controlar sus inusitados cambios de humor. Imperaría la carga genética negativa.
Los pasos se perdieron, ambos adultos suspiraron con tranquilidad. La mujer se deshizo de la chaqueta de lino, bajo la cual asomaba un ceñidñisimo corsé de vinilo brillante. Retornó la fruta de plástico a su respectiva posición decorativa. El hombre arrojó la leche cortada por el fregadero, y devolvió aquellas bolitas naranjas al comedero del alterado hamster. Sacó una barra de labios de su bolsillo del pantalón y los coloreó de rojo putón. Luego cambió sus gestos de hombre respetable por aquellos innatos de fémina delicada. La peluca rubia le fue devuelta, mientras ella se pasaba un paño seco por el cráneo afeitado y completamente cubierto de tatuajes obscenos.
- ¿A quién le toca la casa esta vez?- preguntó ella sacando una pesada cadena de debajo de la mesa.
- Es tu turno, madame.- Las medias rosas delineaban sus piernas musculadas.- Jerry va a llevarme al hotel en que celebra sus aniversarios. ¿No te parece adorable y malicioso?
- Suena bastante bien putita. Aprovecharé para invitar a unos cuantos amigos, todavía no he estrenado esos chismes con colgadores, me muero por hacerlo.
- ¿Crees que la neurótica sospecha algo?- musitó con preocupación fingida.- No se parece un ápice a mí, ni siquiera tiene estilo. Pobre criatura.
- Nada. Somos un matrimonio que ha tenido problemas y acaba de resolverlos. Constituimos la perfecta familia.
- Estructurada, el ejemplo de la sociedad.
viernes, diciembre 11, 2009
- Carlota.- en su voz sigue flotando ese rastro de imperante mandato.- He vuelto.
"Retorna como un veneno que se ha pensado inocuo, como una devastadora epidemia, como la muerte y la agonía cuando pensábamos haberla perdido de vista"
Y es tanta la felicidad que la embarga tras esa sentencia, que la extasia y se enmudece. Decae el rastro de esa nueva independencia adquirida.
jueves, diciembre 10, 2009
Cierra los ojos. Vuelven a hablar sobre el hábitat natural de los ornitorrincos, mencionan la influencia provechosa del clima oceánico sobre los cultivos, rezan para augurar unos buenos resultados académicos.
Coloca la mano derecha sobre el radiador, quema con esa pulsión helada que precede a las ampollas. Conjura unos ojos libidinosos tras unas gafas anodinas, los trajes estrictos y los dedos que tiemblan cada vez que el deseo lo deja en evidencia a partir de signos físicos.
Lame las palabras redundantes y las transforma en peticiones impuras, y los trazos realizados en la pizarra en caricias que toman sus muslos. En azotes.
Los pasos son embestidas, la cabalga, contra esa misma caldera hogareña.
Lo mira, exhala y un botón programado se libera de su respectivo hojal. En primera fila, fingiendo con todas las de la ley ser la alumna excepcional.
Mientras el profesor se descoloca, lanza una mirada desesperada al crucifijo que flaquea en la pared desnuda y agujereada. Y los ornitorrincos flotan entre aguas de pantano estancadas, y las tempestades no requeridas estallan provocando daños irreparables.
Imprevistas y caprichosas.
martes, diciembre 08, 2009
Nunca supo exactamente que le atrajo de ella en un primer momento.
Ni siquiera, demonios, desde el físico hasta su actitud conformaban el antagonista a su alter ego en terreno amoroso. Menuda, esmirriada, blanquecina, con los ojos oscuros siempre acompañados de cercos nauseabundos, muñecas laceradas y guardarropa de una víctima de la segunda guerra mundial.
Justo cuando se cruzó con ella pensó en los campos de concentración nazis, y en los pabellones de descanso para afectados de tuberculosis.
Una enferma del vicio, de la desesperación. Y ahora sabía que no prejuzgó erróneamente, era una mujer imposible, encerrada en sí misma, atacada por su misma existencia. Era la clase de perfil que rechazarían en la más atrevida agencia de parejas.
Se enamoró de ella.
En ningún momento nada fue tan intenso, nada tuvo tanto sentido artístico profundo como cuando la vislumbró entre dos paredes mugrientas que parecían acercarse la una a la otra con ansia. Acostada siguiendo un patrón de ángulos abstractos, con su americana polvorienta rajada, los ojos cerrados, la respiración descompasada y una sonrisa de dientes embadurnados de rojo.
Olvidó el número de la policía, la ambulancia y de su propia madre, que con seguridad acudiría a escudriñar el suceso morboso. Se inclinó sobre el cuerpo por momentos estáticos, aspiró el aroma a dolor y violeta.
Se deshizo en un momento de lo que el llamaba su "inseguridad social", que se traduce en una cobardía extrema que lo atacaba siempre que ponía un pie fuera de su estructurado plan de existencia. La colocó de perfil y la cargó sobre sus brazos, luego llegó lo más dificultoso y decisivo.
- ¿Co...cómo te llamas?
domingo, diciembre 06, 2009
Ayer mis pies amenazaron con suicidarse, andaba cautelosa y ellos gritaban, rugían y trataban de despegarse de mi tobillo aseteado por las marcas de la inexperiencia.
Me senté en el bordillo de un piso tomado por los okupas, coloqué mi bolso-pocilga defediendo de las miradas el rincón que apenas unos minutos antes había explotado y exhibido con entusiasmo. Pudor repentino del pecador.
Las luces de un escaparate lanzaban su último suspiro, un niño se deshacía de un chicle desde la ventana del monovolúmen que compartía con cinco mocosos más, y estaba esa mujer... Su expresión de desconcierto y la quietud de todos sus miembros en ese lugar tan poco adecuado atufaban a Alzheimer en el mayor grado de degradación.
Justo tras mi melena cardada la música atronaba, como bestias del infierno escapando para sembrar el terror. Guitarras, baterías que sonaban a puñetazos y costillas descolgadas. Rock duro, rock de sudor, de sexo y de sustancias mastica conciencias.
No, no estaba totalmente inmóvil. Pude ver como sus rizos compactos se movían de izquierda a derecha, junto con todo su cráneo de piel ajada, marcaba el ritmo, ese mismo ritmo, y su carrito de la compra bailaba con la soltura que ella hubiese deseado.
miércoles, diciembre 02, 2009
Arrancó las etiquetas fosforescentes del espejo, lo emborronó de negro dejando algunos agujeros al reflejo de sus ojos.
Era bella, cínica, frívola, y una puta ineficaz. Como todas aquellas personas excepcionales estaba destinada a morir sola.
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