martes, mayo 29, 2012
Echar de menos los vuelcos y el dolor de corazón ante numerosos deslices estúpidos. Rememorar la tinta de alcohol en las noches en que las farolas también se apuntan a fumarse un cigarrillo. Sabe bien la negligencia, la falta de cuidado al danzar por pedregales de blues, los orgasmos sin llamar ni prometer cielos envejecidos. Quiero exprimirme en manos de la casualidad, y tengo preparado el fregadero por si mi zumo resulta ser demasiado ácido. Los chalecos salvavidas oprimen el tórax, sabe mejor un tragantón de agua que la certeza de unas piernas cruzadas sobre la misma silla de un retrato polvoriento. A veces ni siquiera volar es suficiente, hay que adentrarse en la corteza turbulenta de la vida y extraer todo lo que conlleve. Me han abierto en canal y ahora vomito el terror sin preguntarme a qué hora pasará el último autobús, o si habrá alguien esperándome con cientos de raíces tras de sí. Las historias emotivas usualmente son sólo etiquetas en el cerebro.
lunes, mayo 28, 2012
Siendo tempestad de cucharadas de piel dulce y jugosa, tus cuerdas vocales son incapaces de pronunciar mis sílabas sin estallar en trozos inencontrables. Ni me encuentro, ni podemos recrear el viento alzando faldas y derribando fortalezas. Es un juego de ojos cubiertos y una pegajosa culpa que sabe mejor que cualquier retoño de dulce al sol del azúcar. Cuando me encuentres, mis vísceras se pondrán a rodar hasta caer en fango de fosas tectónicas, calientes y salvajes. El peligro nos absuelve de las curvas que tomamos sin darle cuerda a los hemisferios, deshaciéndonos en partículas inefables. Todavía huelo el cielo en mis esquinas, y es que esa gloria dañada se mantiene medio adormilada en cuanto asimilo tu toxina. Aunque sea a pata coja y esquivando bultos secos gritando a mi pecho. Detrás de la apatía se levanta una temeridad, y lleva guadaña, zapatos de tacón alto y lo vergonzoso al descubierto. Nos hemos dejado la noción de lo suficiente al fondo de un bolsillo que no sonará al violarlo el aire. Mis remordimientos van al contenedor, y tu piel a tragarse la mía.
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