martes, septiembre 28, 2010
Para bien o para mal, jamás pudo olvidarse de esa cara ensangrentada, en la que destacaban dos desmesuradas pupilas esquizofrénicas. Ese tío con traje de chaqueta no podía ser mayor que ella, a duras penas rozaría la mayoría de edad, y se reía con tanto entusiasmo que parecía haber descubierto el verdadero sentido de la vida. A ella no la vio, aprovechó para escabullirse en cuanto el desconocido se entretuvo en escupir un diente prematuramente huérfano.
Tres meses más tarde volvió a encontrarlo en la peor biblioteca de la ciudad, arrancando una página de un libro rancio de autoayuda. Se sentó frente a él y cubrió su escote con el ejemplar de Grandes Esperanzas. Estaba impecable, llevaba una corbata simétrica.
- Dime, ¿Qué es? ¿El sexo? ¿La violencia? ¿Finges?
- He desechado la filosofía.
El temerario se armó de la más psicótica sonrisa, se acercó a una de las ventanas y, eventualmente lanzó el manual contra la acera.
- La clave es el momento.
Antes de que el grito huracanado de la bibliotecaria monopolizase el edificio restaurado, agarró su mano y tiró de ella a toda velocidad durantes tres escaleras de caracol.
jueves, septiembre 16, 2010
Llámala Margaret de lunes a viernes. Margaret extremadamente delgaducha y de pelo corto, pero femenina guardando sus huesos prominentes en vestidos y faldas coloridas. Cinco días a la semana su voz es como el gorjeo de un pajarillo moribundo, y su pose la de una bailarina dramática, dulce y sinuosa hasta la extenuación. El miércoles comparte cama con Timothy Cane bajo tres kilos de dosel rosa, y se niega en rotundo a practicar sexo anal, pero él no quiere romper a esa muñequita. Toma helado de fresa y escucha música clásica en el coche.
El sábado duerme hasta las seis de la tarde, y cuando despierta ha sufrido la metamorfosis. Se bautiza como James arrullada por agua a casi 50º C. Borra el tono rosado de los labios y se venda los pechos minimalistas. Rescata la chupa de cuero de las profundidades del perchero, y los pantalones ajustados que tuvo que encargar a medida. Lleva un paquete de tabaco negro en uno de los bolsillos y al arrancar el coche con expresión de rebelde sin causa esconde el disco de Bach en la guantera, junto a sus ligas de encaje. James se mueve con una agresividad melódica, y no ha escuchado hablar nunca de un correcto Tim. Recorriendo bares de mala muerte busca a alguna Candace, Jamie o Rita.
viernes, septiembre 10, 2010
Un día antes de que Nadine decidiese no volver a usar su pintalabios de la suerte Clío y ella se encontraron. Clío estaba acurrucada contra una farola, envuelta en rebecas de lana hechas a mano y dando sorbos a un termo que destilaba batido de vainilla caliente. Era una entrañable parodia del mendigo alcohólico. Nadine, con la mayor parte de la carne expuesta al frío y un cúmulo de billetes en el sujetador se sentó junto a ella.
Bebieron juntas y se dedicaron a obsevar los bichejos que se consagraban a la luz mortecina en busca de la redención. Quizá, lo más adecuado para ellas habría sido entablar una conversación remotamente existencialista, pero a ambas las enmudecía esa vergüenza muda que solo asalta a los que se sienten culpables moralmente.
Se quedaron estáticas y expectantes, dos, tres, cuatro horas. Hasta que la farola decidió dejar de funcionar, los insectos se largaron decepcionados y ellas rompieron la unidad anónima caminando en direcciones opuestas.
sábado, septiembre 04, 2010
Sentada sobre la acera y manchándose las sandalias de gasoil escapista contempla el establecimiento. Piensa que el romanticismo agonizó cuando hizo acto de presencia la comida rápida. Deja la rosa de plástico punzante a su derecha, deseando que la alcantarilla decida tragársela, pero no lo hará. No es material selecto.
Alguien se acomoda muy, muy cerca de ella, y sin mirarlo el perfume a aceite cancerígeno los envuelve como humo lacrimógeno.
- Puedo invitarte a algo si no tienes dinero.- Observa los rizos mañaneros, y la cara de textura nada comparable a la de esas patatas fritas embadurnadas en colesterol maligno.
- Bah, he venido preparada.- le muestra la bolsa precintada, y las zanahorias frescas de su interior. En el vaho que empaña el plástico podrían escribirse dos nombres.
- ¿No esperas a nadie? No quiero hacer el gilipollas.
- A una ráfaga de viento.
Se estremece, en Agostro la carretera explota en efervescencia vulcánica al contacto con los cuerpos, ahora esos mismos cuerpos se escarchan y agrietan. El desconocido deja las patatas a un lado, alcanza la rosa y sonríe, luego la desliza entre los barrotes de la alcatarilla lentamente. Ella se quita el gorro de alpaca porque le arden las mejillas, y olvida sus zanahorias ecológicas.
- Feliz San Valentín.
miércoles, septiembre 01, 2010
Te jode.
Porque te jode actúas como si no te importase que pasee un amor de plástico y revista de cuarentona que lee mientras le carbonizan el cerebro en una peluquería de barrio. Dejas de llevar faldas de flores, te abres de piernas cuando algún tío te mira en el metro. Aprendes a sonreír con malicia, emulando a las prostitutas de zapatos caros. Te relames los labios teñidos de rojo barato. Empiezas a fumar Malboro y a follar con cualquier despojo y en cualquier lugar inmundo. Te lanzas al cuero, a la rejilla y a los sujetadores de estampados escandalosos que acaban en el contenedor de al lado de tu pisito manchados de sexo y sangre.
Porque te jode tanto que serías capaz de llevar una cámara oculta contigo a todas partes y luego enviarle en VHS todas tus guarradas de zorra forzosa.
Tienes un agujero de bala en el pecho que arde diez veces más que un disparo a bocajarro, su foto en el cajón de las braguitas blancas y su nombre grabado a fuego en las costillas. Eres un avión de papel de embalaje descontrolado, no tienes el glamour para protagonizar un drama y la autolesión te da grima.
Muñeca pintarrajeada, a veces una debe aprender a darse cuerda sola hasta romper los engranajes, arrancarse el colorete y conseguir balancear esas piernas de alfiler y cartón piedra.
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