domingo, septiembre 16, 2012
Ya supongo que se trata de una sensación de vacío somática, porque los libros me hablaron desde los diez años de pasiones turbulentas, y sentimientos tan desgarradores que te llevaban de viaje al limbo por una cuchilla. He intentado que mi corazón fuese un bólido brillante dejando su huella por carreteras salvajes.
En ningún caso ha funcionado lo suficiente, a lo mejor confundí las migas de mi bolsillo con polvo de hada, pero los estremecimientos sólo surtían efecto con las piernas abiertas. Durante ese tiempo de vacilaciones entre el yo íntimo y el universo inerte, resumí que el fallo estaba en mis circuitos.
Es falso, la publicidad referida al AMOR es engañosa, si fuese una crema que prometiese deshacerse de los comezones y provocase picor aun mayor ya habríamos denunciado a la compañía fabricante. Pero son asuntos abstractos y no hay contratos.
No estoy sentimentalmente muerta, de éso me di cuenta al ver el modo en que una emoción concreta sí que era capaz de vomitarme de dentro a fuera sin compasión. Estamos equivocados por la experiencia externa, la rabia es la mayor de todas las fuerzas. La rabia, la ira son verdaderamente capaces de transmutar tu alma en una explosión bestial. No me hablen más de Romeos y Julietas, porque el placer de un puñetazo habría sumado todos esos desvelos de ventrículo y los habría dejado a la altura de las alimañas. Que no me digan que la tristeza de despecho quita el sueño cuando los rugidos de puro odio reconcentrado te llevan por ríos de candentes pulsaciones hasta que no te queda otra que claudicar con instintos primarios.

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