viernes, septiembre 18, 2009
Malvavisco es obsesiva compulsiva, compueba siempre si las persianas están echadas o si alguien puede estar observándola discretamente. Prepara café, durante quince minutos exactos, cronometrados, arroja dos cucharadas y tres granos de azúcar, siempre morena y espesa.
Se peina dando sesenta golpes de cepillo, algo menos que las princesas, se lava los dientes eimpre con pasta de color morado que encuentra en una tienda de artículos extranjeros, sin sabor. Duerne de cara a la pared, y jamás cambia la postura, aunque los miembros de su cuerpo se duerman con el pinchazo cosquilleando y pidan a gritos dar la vuelta. Le da miedo la idea de que alguien cruce la puerta de su cuerpo y la mire a los ojos directamente.
Se da crema en las manos al menos cuatro veces al día, dobla y coloca toda su ropa siguiendo codigos inventados por ella misma. Siempre intenta caminar siguiendo un ritmo, con el pie derecho como dominante. Cuenta hasta diez antes de meterse en la ducha, hasta ocho antes de apagar la luz, hasta seis cuando entra en cada y puede pisar descalza el suelo de parqué. Coloca a su gato sobre el regazo y le acaricia el pelo de la cabeza a la cola, nunca al revés. Siempre que escribe cartas coloca cientos de sellos y comprueba varias veces si el sobre se encuentra perfectamente ubicado en el buzón. Odia el desorden, odia lo inesperado, odia la ausencia de planes y odiaría que alguien viniese a revolverlo todo para fastidiarla.
Lástima que Ameba la observe divertido y lance bolas de papel desde su ventana, con mensajes ocultos.

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