Sus fuerzas amenazan con desinflarse de un momento a otro, las piernas siguen su marcha caótica debido a ese impulso vehemente, el corazón ha perdido el ritmo y el esternón se ha desencajado, abrierto como un acordeón dado de sí. Pero todavía cuelga de ella su olor.
Así que debe seguir corriendo.
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