Lo empujé hacia la silla con mi pie envuelto en sangre de desenfrenado contenido etílico. Coloqué la pistola entre sus labios, como si mamase el metal, y le sonreí.
Estaba acojonado, sabía que sus días de poderío habían terminado. Y aún así, joder, ese cabronazo estaba teniendo una erección justo al lado de mi uña rojo pasión, vintage.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
| Top ↑ |
0 pildoras alucinógenas:
Publicar un comentario