viernes, diciembre 25, 2009
Lo empujé hacia la silla con mi pie envuelto en sangre de desenfrenado contenido etílico. Coloqué la pistola entre sus labios, como si mamase el metal, y le sonreí.
Estaba acojonado, sabía que sus días de poderío habían terminado. Y aún así, joder, ese cabronazo estaba teniendo una erección justo al lado de mi uña rojo pasión, vintage.

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